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Las charlas del Comité

Las charlas del Comité

Murillo fue el primer pintor español conocido internacionalmente entre los siglos XVIII y XIX. Gozó entonces de un lugar preminente en el “podio” de los pinceles occidentales a nivel europeo, llegando a ser en el XIX el pintor español más famoso y cotizado en el mercado artístico (especialmente en Francia, donde la compra de la Inmaculada de Soult en 1852 marcó un hito nunca antes alcanzado). Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XIX su suerte cambió al viento de la revolución estética de las vanguardias, quedando relegado al olvido y descrédito ante la preeminencia y descubrimiento internacional de Velázquez, Zurbarán, Goya o El Greco.

Calificativos como “bonito”, “popular”, “cursi” o “femenino” sustituyeron entonces a “bello”, “estilo gracioso”, “dulce” o “universal” en un interesantísimo proceso de “muerte de éxito” sin parangón en la Historia del Arte.  Pero, más allá de un simple cambio de gusto o de apreciación crítica, su recepción en la Francia del XIX fue crucial en este proceso. Su figura determinante en la consolidación internacional del conceto de “pintura española” y en el desarrollo del movimiento realista y romántico en pintura. Igualmente, su obra condicionó el imaginario católico a nivel internacional (especialmente el femenino) por medio de la reproducción gráfica a escala masiva de sus obras, cuyo éxito y arraigo cultural nunca decayeron. Así, tras los expolios napoleónicos, las obras del “pintor de la Inmaculada” se insertaron en el arduo debate estético sobre la regeneración de la pintura religiosa en Francia, donde propuestas y soluciones eclécticas aspiraban a alcanzar un “bello ideal cristiano” que, Murillo, de una forma u otra, cumplió, pero que condicionaron también, sin duda, la forma de entender al artista.

Conferencia de Francisco José Martínez Martínez, residente, Doctorando en Historia del arte, contratado predoctoral FPU Universidad Computense de Madrid.